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La transferencia de reputación

La reputación vinculada a una entidad puede extenderse a otra persona distinta y heredar su buena o mala imagen

La reputación funciona como un virus, se contiaga, se transmite y transfiere. Puede ser positiva o negativa, pero actúa como un engranaje imparable mediante el que unos sujetos transfieren su rango a otros por la ley de los vasos comunicantes.

Muchos ciudadanos no desean aparecer en las fotos junto a otros que identifican con mala imagen. Por el contrario, nadie duda en aparecer junto aquellos que proyectan prestigio y reconocimiento social.

Las empresas utilizan la “transferencia de reputación” como herramienta de marketing. El éxito de unos productos se utiliza para relanzar a otros y se intenta capitalizar los éxitos del pasado para generar nuevos valores, ampliar sus resultados y monetizar sus productos. Este mecanismo también se da en el ámbito de la empresa familiar y en la comunicación corporativa donde una gran marca actúa como “paraguas” avalando sus futuros productos.

Las empresas invierten grandes cantidades de esfuerzo y tiempo en recordar a los clientes los éxitos del pasado. Se expanden continuamente, acumulan posicionamiento y buscan a nuevos clientes a quien contagiar mediante el arte de la transferencia.

Este mecanismo tiene en Internet, a su máximo exponente y es una de las bases que conforman los principios de la reputación digital. Cuando una URL apunta a otra o recibe un backlink transfiere su puntuación y relevancia. El resultado puede ser una pérdida de posición o por el contrario un aumento de su trust rank y credibilidad.

¿Y qué sucede cuando las transferencias fallan? La respuesta es la renovación. Las marcas intentan olvidar los fracasos y recurren a relanzar rápidamente nuevos productos. En muchos casos recurren a la asociación de marcas, buscan patrocinios o esponsorizan eventos.

En esta huida constante del fracaso intentan crear tendencias y estilos de vida. Se trata de microcosmos donde se promete la felicidad si el consumidor compra su producto.

¿Se puede heredar una mala reputación por un antiguo gestor de un dominio?

La respuesta es sí. Algunos dominios se abandonan tras años de malas prácticas. Existen webmasters que copian contenidos, compran enlaces o llevan a cabo campañas de Spam. Google puede considerar que un hosting o un domain es nido de malas prácticas: en muchos casos lo desindexa, penaliza o “hunde” en los buscadores. Si otro gestor contrata ese dominio puede padecer una dificultad extra, en ese caso deberá realizar una auditoría externa y cumplimentar una solicitud de reconsideración del sitio web.