La reputación online es la resultante de la identidad, la autoestima y el prestigio. Estas variables generan una percepción cognitiva, un procesamiento interno y una expresión práctica a la que llamamos contenido. Es dinámica y mutable porque puede cambiar de un momento a otro. Se transfiere y hereda porque contagia su sentimiento positivo o negativo cuando tiene éxito o fracaso.
¿Qué factores y vectores la componen?
La ley de transferencia, que explica como una buena o mala reputación puede transferirse entre sujetos u organizaciones. La ley de antigüedad, que explica como un hecho remoto puede seguir vivo en el presente. La ley de reproducción: que explica como un contenido se replica una y otra vez generando copias de sí mismo como si de un virus se tratara.
Además, tiene un sentimiento: odio, enfado, aprecio, rechazo, el estado emocional del seguidor respecto a la experiencia con un producto o servicio. Por otro lado, es compartida o distribuida porque no está bajo el control de un único sujeto, sino que se construye a medias entre consumidor y empresa.
¿Por qué es diferente del honor? El honor alude a conceptos como orgullo, autoestima y lealtad a principios ético-ideológicos. Es una variable individual, más interiorizada y sujeta a autocontrol mientras que la reputación combina elementos internos y externos.
Tipologías: online y offline, digital y presencial, audiovisual (plataformas como Vimeo o YouTube), gráfica (fotos en perfiles o redes sociales, etc).
Factores técnicos: en el mundo digital está condicionada por la visibilidad que le otorgan los buscadores, los enlaces y el linkbuilding.
Factores humanos: La empatía, la buena o mala comunicación social, el enfado, el rechazo, saber disculparse o admitir una mala crítica son factores que son indispensables para tejer una buena o mala reputación digital.